
La artista Liliana Vergara deja ver en su propuesta que su trabajo parte de una profunda investigación y reflexión sobre la imagen, nos dice que, la obra de arte no es el reflejo, sino una reflexión: no son las tintas las que hacen las pinturas, sino el sentido expresivo y problemático que solo puede ser trasmitido por la relación entre la voluntad y la situación intelectual-emocional. Liliana nos presenta un grabado que lleva por título Cofradía, en el que encontramos, aparte de un gran dominio de las técnicas calcográficas, una imagen cargada de valor simbólico. Los tonos que usa nos pueden remitir directamente a una asociación con el episcopado —recordemos que la palabra cofradía remite a pequeños grupos de personas reunidas para un fin común—. La escena representada por la obra resulta un tanto misteriosa, pues logramos distinguir unos personajes que se pasean sobre un espacio incierto, algunas veces reticular, otras veces orgánico, haciéndonos pensar en un eterno devenir, en una continua dualidad.

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